Para cualquier extranjero, decir sangría es decir España. Para conocer la sangría, esa bebida tan cañí, vamos a recurrir a su definición oficial, que la tiene: «bebida compuesta de vino tinto y agua natural o carbónica, con zumos, extractos o esencias naturales de frutos cítricos y con adición o no de azúcares, pudiendo contener partículas sólidas de pulpa o corteza de cítricos».

Ha de tener un mínimo de alcohol, a partir de 4,5 grados en adelante. El origen de la palabra es evidente: el vino tinto, vertido en una jarra o recipiente, recuerda a la absurda práctica médica de las sangrías, tan habitual en el pasado. En cualquier caso, hemos de saber que la bebida sólo es sangría si está elaborada en España o en Portugal. Eso dice la normativa que la Comunidad Europea aprobó en 2014 para protección de las indicaciones geográficas de los vinos aromatizados (así está categorizada la sangría).

Muchos turistas extranjeros piensan que la sangría es la bebida de los españoles por excelencia, pero no es verdad. Basta observar un poco para comprobar que la cerveza, el vino o incluso el tinto de verano son consumidos infinitamente más. Pero la sangría tiene algo especial que no tiene ninguna otra bebida: se toma en grupo y hay que prepararla unas horas antes de consumir, exactamente como las paellas familiares de los domingos o como las barbacoas en el jardín. Eso hace que sea una bebida festiva, entrañable y familiar, y aquí podemos decir que en las fiestas de los pueblos sí es la bebida oficial.

Consumida sobre todo en los meses de verano, tiene su propio ritual. Los distintos ingredientes se van añadiendo paso a paso, en las cantidades apropiadas, mientras todo el mundo opina sobre qué más echar a la mezcla y cuánto. Siempre habrá quien sugiera echar más de una cosa y menos de otra y quien querrá añadir otros tipos de alcoholes para «darle más fuerza». Cuando hay mucha gente es muy típico hacer la sangría en un perol grande o incluso un barreño, del que se llenarán las jarras que se llevan a la mesa.

¿Y qué ingredientes lleva una sangría como debe ser? La sangría perfecta de verano debe ser sencilla, con pocos elementos y de sabor delicioso e intenso. Los ingredientes fundamentales son el vino, la fruta y el azúcar. La clave para que alcance un nivel óptimo está en que la fruta macere durante dos horas, entonces la sangría estará perfecta.

Lo primero del todo, el vino. Hay que tener en cuenta es que debe ser un vino sencillo, pero con un mínimo de calidad. Eso sí, no caigamos en el error de utilizar por ejemplo un gran reserva, ya que en realidad vamos a alterar su sabor con los distintos aderezos, y todas las sutilezas del vino de calidad, lo que le distingue del normal, se van a perder. Así que el buen vino, mejor lo reservamos para otras ocasiones. Un vino ideal sería uno joven y afrutado, generoso de alcohol y con buen sabor, pues es la esencia de la sangría.

Si para la mezcla usamos vino blanco, la sangría se llamará entonces clarea o sangría blanca. Y si en lugar de vino se utilizan otros ingredientes, se les llamará según el alcohol utilizado, así por ejemplo tenemos la sangría de cava (en Cataluña) o la sangría de sidra (en Asturias). Muchas veces se oye decir que la zurra, típica de Toledo, Ciudad Real y Cuenca, es sangría, pero la zurra o zurracapote no lo es exactamente, pues suele llevar aguardientes o licores de alta graduación. Y esto ya no se adapta a la definición de sangría.

Lo siguiente es la fruta. ¿Cuáles se suelen usar? Las clásicas son melocotón y/o manzana, naranja y limón. También se pueden poner peras y muchas otras, pero las más típicas son esas cuatro. Lo ideal es que sea fruta madura, con más sabor. El melocotón, pelado y en trozos, es la fruta básica de la sangría. La manzana es el mejor sustituto de los melocotones cuando no es temporada (¡también se pueden combinar!). La naranja y el limón se suelen añadir de varias maneras. Una es en forma de zumo, y otra quitando su piel y cortadas en trozos. Las cáscaras que nos quedan, quitando la parte blanca y amarga, se pueden echar a la sangría antes de servir. Y un truco: si metemos la fruta en la nevera el día anterior, contribuiremos a que la sangría esté más fría.

El azúcar. Se puede echar el azúcar en los zumos de naranja y limón, o directamente a la mezcla general, si hemos echado naranjas y limones en trozos. Otra forma de echar el azúcar es en forma de bebida carbonatada como los refrescos de limón, naranja o gaseosa, que le dan a la sangría, aparte del dulzor, un toque de burbujas, y que además rebajan el volumen de alcohol. Nosotros recomendamos azúcar morena, y si se quiere controlar el aporte calórico, edulcorante.

Todo se removerá pa la perfección y se meterá en frigorífico (si cabe, claro) para que macere durante dos horas. Finalmente echaremos el hielo, pero sólo al vaso o jarra en el momento de servir, jamás en el barreño, perol o cacerola grande donde hagamos la mezcla: no queremos que la sangría esté aguada. Servir en jarras de barro roza la perfección.

Y para acabar, una pregunta que mucha gente se hace: ¿Y el tinto de verano? ¿Qué es y cuál es la diferencia con la sangría? El tinto de verano es muy fácil de hacer. Es simplemente vino con gaseosa transparente o de limón, a partes iguales. No lleva fruta macerada ni azúcar añadido, la graduación alcohólica es considerablemente más baja y el sabor mucho más suave que el de la sangría.

La sangría, como el tinto de verano, ya se fabrica desde hace un tiempo de forma industrial y se vende en cómodos envases, pero todos sabemos que ni es lo mismo ni sabe igual. En Gran Clavel apostamos por la sangría tradicional, elaborada con todo su arte.

Fuente fotos: annarecetasfaciles.com, magicmaman.com, ewine.cl, Jalisco-restaurante.com, oddviser.com, yelp.

Comparte este artículo

Deja un comentario